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¿Invertir en un producto por su rentabilidad o por su fiscalidad, dónde está el equilibrio?

El inversor hoy en día dispone de tantas opciones a la hora de invertir que es fácil sentirse desbordado. Lo más importante es entender bien los vehículos de inversión que elegimos, así como tener expectativas realistas de lo que podemos conseguir y lo que no.

Hay muchos aspectos a considerar en nuestras inversiones. Ninguno de ellos debería ser

tan complejo como para que no lo podamos entender. Si no entendemos un producto, lo mejor que podemos hacer es no invertir, o dejar aconsejar por un especialista. La complejidad en el mundo de las inversiones no se debe tanto a la dificultad de entender en qué consiste cada vehículo (fondos de inversión, acciones, planes de pensiones …) si no en elegir el adecuado según las circunstancias.

Algunas de las características fundamentales que debemos observar y entender de nuestras inversiones son: la fiscalidad, la rentabilidad y la liquidez.

Ventajas de un producto por su fiscalidad
Cualquier inversión tiene una serie de implicaciones fiscales, ya veces éstas pueden ser más relevantes de lo que muchos piensan. Así como otros aspectos de nuestras inversiones, como la rentabilidad, son bastante inciertos, el fin es algo que en general podemos conocer bien de antemano.

Es decir, sabemos exactamente lo que deberíamos pagar a Hacienda por las plusvalías generadas. La estrategia más inteligente será por tanto la de intentar reducir en la medida de lo posible el coste fiscal. Afortunadamente hay una serie de formas jurídicas para incentivar la inversión profesional a largo plazo que implican algunas ventajas fiscales.

Un claro ejemplo son los fondos de inversión, formalmente llamados instituciones de inversión colectiva. El inversor que decide invertir su dinero en un fondo de inversión gestionado por un profesional puede realizar traspasos entre fondos sin tener que pagar por las plusvalías hasta el momento de reembolso final. Mientras se estará aprovechando la ventaja que supone diferir la carga fiscal.

Tener en cuenta estos aspectos fiscales puede suponer un incremento notable en la rentabilidad que obtenemos a largo plazo. Aunque el ahorro puede parecer pequeño a primera vista, el efecto del interés compuesto hará que nuestras inversiones crezcan sorprendentemente a largo plazo.

Ventajas de un producto por su rentabilidad
Por mucho que conseguimos reducir los costes en nuestras inversiones, tanto de comisiones como en el pago de impuestos, los resultados que obtengamos a largo plazo irán vinculados directamente con la rentabilidad de los activos en los que invertimos.

Es verdad que hay un fuerte elemento de incertidumbre en cualquier inversión ya que su rentabilidad depende del futuro, que es por naturaleza desconocido. Sin embargo, no quiere decir que no podamos saber, o al menos tener unas expectativas razonables, de lo que puede pasar.

Por ejemplo, no sabemos si en los próximos meses será mejor inversión la renta variable o la renta fija, pero podemos afirmar con un alto grado de fiabilidad que a 30 años vista la renta variable (en su conjunto) habrá sido más rentable que la renta fija. Siempre ha sido así en periodos largos en el pasado, y hay razones estructurales y racionales que nos llevan a pensar que esta relación se seguirá manteniendo.

Al pensar sobre las rentabilidades futuras de activos financieros es importante valorar estas rentabilidades dentro de un contexto de rentabilidad-riesgo. Se suele decir que para obtener mayor rentabilidad hay que incurrir en más riesgo. Lo que realmente significa esta relación es que los activos financieros donde hay un mayor rango de posibles resultados (más variabilidad y volatilidad), tienden a ser más arriesgados y tienen un potencial de ganancia mayor (que no está ni mucho menos asegurada).

Ventajas de un producto por su liquidez
Un aspecto que los inversores no suelen pensar bastante antes de realizar una inversión es el aspecto de su liquidez. La liquidez es un poco como el oxígeno: no pensamos en él hasta que nos falta. Tener un dinero invertido en un activo ” ilíquidos ” puede ser una situación catastrófica para un inversor si en este momento necesita vender y obtener el dinero de la inversión. En estos casos, se suele tener que vender con una posición negociadora más débil que podría acabar perjudicando gravemente la rentabilidad de la inversión.

Invertir en activos líquidos nos permite tener la confianza de que podremos liquidar nuestra inversión en cualquier momento y disponer de nuestro dinero más pronto que tarde.

Conclusión
Los inversores somos responsables de nuestro capital y su gestión. Entender bien los activos en los que se invierte, así como considerar y tener en cuenta aspectos fundamentales como la fiscalidad o la liquidez pueden marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso en nuestras inversiones.

Nosotros a través de nuestros especialistas de Argenta le podemos ayudar a encontrar este equilibrio que les hemos hecho mención al principio, evaluando las mejores oportunidades de inversión que ofrecen los mercados, y en recomendar el mejor para los clientes de BOU & ASSOCIATS.