La continuidad de muchas empresas familiares está en juego, y la clave pasa por gestionar bien el relevo generacional. Aunque parece un proceso natural, la realidad es que muchas empresas aún no tienen un plan definido, y eso puede poner en riesgo tanto el futuro del negocio como el patrimonio familiar.
La realidad de las empresas familiares en España
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), más del 70% de las pymes en España son familiares. Sin embargo, solo una de cada tres supera la segunda generación. La pandemia y sus consecuencias económicas han obligado a muchos empresarios a acelerar la sucesión sin la preparación adecuada.
De hecho, un estudio de Rhombus, consultora especializada en fusiones y adquisiciones, señala que el 40% de las familias empresarias considera la sucesión un reto crítico. La falta de planificación y la resistencia a profesionalizar este proceso son los principales obstáculos para garantizar la continuidad del negocio.
Por qué es tan importante planificar la sucesión
Soly Sakal, fundador de Rhombus, lo explica claramente: “Muchos empresarios confían en que la siguiente generación continuará con el legado, pero la tasa de supervivencia de las empresas que afrontan un relevo generacional es muy baja. Sin un plan claro, lo que ha costado décadas construir puede desaparecer en cuestión de meses”.
Muchos fundadores llegan a los 70 o 75 años todavía al frente de la empresa y sin una hoja de ruta para pasar el testigo, lo que genera inseguridad y puede afectar tanto a la empresa como a la familia.
La sucesión como una operación estratégica
La clave está en tratar la sucesión como una operación estratégica, no solo como un trámite familiar. Esto implica:
Una planificación fiscal y societaria sólida.
Protocolos de gobierno que definan roles y responsabilidades.
Diversificación patrimonial para garantizar estabilidad.
Valoración de la empresa y liquidez de los herederos.
Posibilidad de incorporar socios externos que aporten capital y renovación al liderazgo.
Un proceso bien planificado puede durar entre tres y cinco años, y permite combinar experiencia y talento entre generaciones, evitando conflictos familiares y asegurando la continuidad del negocio.
Una oportunidad para la renovación
Las nuevas generaciones no han perdido la ambición, pero valoran libertad, equilibrio y propósito. Este cambio cultural, lejos de ser un obstáculo, puede ser una oportunidad para impulsar la digitalización, explorar nuevos modelos de negocio e incorporar criterios ESG que aumenten la competitividad y sostenibilidad de la empresa.
Sakal lo resume así: “Contar con el talento y la visión de dos generaciones es clave. Los jóvenes aportan una mirada más global y tecnológica; combinada con la experiencia de sus predecesores, se logra una empresa más sólida y sostenible”.
El momento de actuar es ahora
El relevo generacional no debe ser un tabú ni dejarse para el momento de la jubilación. Es un proceso que debe iniciarse años antes, cuando la empresa aún está en pleno rendimiento, para construir puentes entre generaciones y asegurar que el legado perdure.
La supervivencia de un modelo empresarial que ha demostrado su resiliencia durante décadas depende de visión estratégica, planificación y tiempo suficiente para preparar la transición.
