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El nuevo rapto de Europa

Hay quien se otorga el derecho de dar permiso para ser o no ser europeo, pero no nos confundamos, ya que este supuesto permiso se refiere a la Unión Europea, que en realidad sólo es una parte, grande, pero una parte del continente europeo.

La Europa histórica, la vieja Europa, es bastante más. ¿Y qué es la Unión Europea ahora mismo? Según las encuestas realizadas a los habitantes de los países que pertenecen, alrededor de un 69% se sienten ciudadanos europeos, mientras que un 30%, no.

Por países, la sensación de pertenencia es mayor en los países más ricos. ¿Una primera pista?

¿De dónde viene esta UE y dónde? El origen es militar y económico: el Tratado del Carbón y del Acero para crear interdependencia entre estos dos sectores de tal forma que ningún país firmante pudiera movilizar sus fuerzas armadas sin conocimiento de los demás. Años más tarde, en 1957, esta colaboración lleva al Tratado de Roma, que crea la Comunidad Económica Europea, ya con un contenido económico explícito. Varios tratados posteriores intentan la racionalización de la institución y su ampliación, pero la integración política avanza lentamente hasta el tratado de 2004, cuando se establece una constitución europea que todavía no ha sido ratificada. Los ciudadanos debían votar, pero las expectativas eran de rechazo. Posteriormente, la chapuza se intenta arreglar con el Tratado de Lisboa de 2007. En definitiva, parece que la política queda siempre por debajo de la economía. ¿Segunda pista

Ahora los grandes estados y las grandes empresas multinacionales exclaman contra la posible fragmentación de Europa (Cataluña) o su automutilación (Grecia). Todos temen perder el mismo: privilegios económicos. La Europa política no avanza, de hecho, ha perdido parte de su peso en el mundo, y el gran proyecto de constitución común ha fracasado. No son opiniones, son hechos. Recordemos que el 30% de los actuales residentes en la UE no se sienten ciudadanos. ¿Se puede concebir una Europa unida políticamente con la pervivencia de los estados nación egocéntricos y centralistas? Particularmente no la veo; en cambio vería más fuerte una Europa deconstruida en nacionalidades identitarias más pequeñas, con la doble particularidad de una mayor proximidad con el ciudadano y de un carácter más participativo tanto a escala local, como a escala global europea. Por más que pueda parecer complejo y / o ingenuo, la desaparición de los grandes estados permitiría un diálogo intenso y plural para las grandes decisiones europeas. Este proceso es el que haría fuertes sus instituciones, hoy atascadas por el derecho de veto no explícito de los estados más fuertes y / o más ricos. Esta idea ya fue perfilada por el gran y olvidado ampurdanés Alexandre Deulofeu, quien propugnaba que los pueblos libres de Europa se confederado después de la liberación de los imperios (estados nación).

En tiempos pretéritos, y en la cuenca Mediterránea (no lo olvidemos), Zeus se transformó en un toro blanco para raptar la bella Europa. ¿Se debería disfrazado en los tiempos actuales de billete de 500 euros? La literatura oficial de la UE adopta los valores del respeto a la dignidad, de la libertad, de la democracia, de la igualdad, del estado de derecho y del respeto a los derechos humanos. También dice que los estados miembros deben fomentar el pluralismo, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la no discriminación. Pero los disparos por otro lado. ¿Les suena a leyenda?

ANTONI BOU MIAS – ECONOMISTA
  Artículo publicado en EL PUNT AVUI (13/01/2017)